LA VANGUARDIA - 05.00 horas - 29/12/2002
 

JANNE HAALAND MATLARYDEL, RESPONSABLE DEL FONDO DEL PETRÓLEO NORUEGO
“Sin ayudas, los españoles no tendrán más hijos”
LLUIS AMIGUET



PEDRO MADUEÑO
“La felicidad incluye la de ver a tus hijos crecer”
 


PEDRO MADUEÑO
“Ninguna mujer puede ser obligada a elegir entre su carrera o sus hijos”
 
Janne Haaland Matlary. Tengo 43 años: soy más feliz ahora que a los 20. Nací en Mandal, Noruega. Casada: he tenido cuatro hijos en seis años. Fui viceministra de Exteriores hasta hace año y medio. Soy la responsable de dar un destino ético a los cien mil millones de euros del Fondo del Petróleo Noruego. Soy catedrática de Relaciones Internacionales. Soy católica y explico por qué en “El amor escondido” (Belacqua). Soy neofeminista: ni competir con ellos ni ser igual, porque en muchas cosas somos mejores.

“He defendido inversiones en energías renovables y ¿por qué no? en iniciativas de microcrédito y desarrollo en África”

“Ahora soy la responsable de las directrices éticas para decidir dónde invertir el fondo del petróleo: cien mil millones de euros”

“¿Tener a los hijos en casa hasta los 40? ¡Ah, no, no! En Noruega los padres dejan de mantener a sus hijos cuando cumplen los 18 años”

“En Noruega, son la izquierda y los movimientos alternativos más avanzados quienes defienden el derecho a más de tres hijos”

“Decir que podemos reemplazar a nuestros hijos por inmigrantes es reaccionario y retrógrado. Tener hijos es un derecho humano” 

Se puede subir el índice de natalidad de un país sólo con subvenciones a la familia?

Si en Escandinavia tenemos una tasa de natalidad mucho más alta que la española es porque damos subvenciones a la familia. Eso está claro.

Pero si alguien quiere o no tener hijos, los tiene o no los tiene con o sin ayudas del Estado...

Ese no es el planteamiento. Lo importante es que tener hijos es un derecho humano tan irrenunciable como el derecho al trabajo y la sociedad debe garantizar ambos. Tiene que poner los medios para que esos derechos sean realizables. Eso que vaya por delante: ninguna mujer puede ser obligada a elegir entre su carrera o sus hijos. Son dos derechos compatibles que se pueden ejercer siempre.

Comprendido, pero una cosa es el derecho y otra el hecho... económico.

El principal problema para las parejas jóvenes que quieren tener hijos hoy es que no tienen bastante dinero para mantenerlos y esa angustia y esa inseguridad les disuade de la paternidad. Si se les garantiza un mínimo, sin duda subirá la natalidad en España como en Escandinavia.

Pero no sólo es dinero, ¿no?

Facilidades en general. Por ejemplo, en Noruega la ley garantiza un año de baja con sueldo tanto a la madre como al padre...

¿Al padre también?

Pues claro. No todo el trabajo lo debe hacer la madre. Pero al mismo tiempo, el Estado obliga al padre a coger por lo menos dos meses de baja por paternidad. Ese carácter obligatorio de la baja paterna es muy importante porque obliga al empresario a respetar esos plazos.

¿Y después?

Mientras el niño es menor de tres años si uno de los padres quiere quedarse en casa, tiene el derecho de percibir un subsidio de 700 euros mensuales por hijo. Pero incluso es más importante la garantía por ley de su puesto de trabajo durante esos tres años.

Imagino que cada vez les costará más mantener esos privilegios.

¿Privilegios? Le recuerdo que son la garantía de un derecho humano.

A veces ser muy garantista tiene un efecto contraproducente...

¿Qué quiere decir?

Para evitarse esos costes, los empresarios pueden tener la tentación de no emplear posibles mamás.

Eso es cierto. Hoy se presiona a las mujeres para que no se queden embarazadas o que no tengan tantos hijos. Quizás sea tolerado, aunque es ilegal. Pero además de los límites empresariales, están los que marca la propia ambición, aunque sea una ambición muy sana. Por ejemplo, si eres abogada y quieres montar tu propio bufete, no puedes pedirte la baja por maternidad, quizás una vez sí, pero no dos veces. De modo que la presión del rearme capitalista que vivimos está presente incluso en el sistema noruego, como sabe uno de los más avanzados del mundo en este terreno.

Hay mamás empleadas que tienen más facilidades que otras...

Sí. Por ejemplo, en la Administración y el sector público, bajo escrutinio continuo de la opinión pública, todas esas garantías y subvenciones se obtienen y defienden. Pero si trabajas en una empresa privada, las posibilidades se reducen o, acogotada por la posibilidad de perder tu empleo o tu carrera, las reduces tú misma.

En Catalunya y España las tasas de natalidad están entre las más bajas del planeta... pero muchos políticos nos dicen que nuestra población se reemplazará con emigrantes.

Ese es un planteamiento económico miope, reduccionista y que sólo defienden el gran capital y sus multinacionales y las instituciones y los políticos que les sirven.

¿Cómo?

Sí. Eso de reemplazar nuestros hijos por inmigrantes es reaccionario y retrógrado. Ese es el tipo de lenguaje que he oído alguna vez a los ministros del Ecofin, los de los países de la Unión Europea cuando discuten la caída demográfica: “¿No hay natalidad? ‘No problem’, sustituimos los no nacidos por inmigrantes y punto”.

Al capital le da igual que la mano de obra sean nuestros hijos o inmigrantes siempre que los salarios sean bajos.

Claro: ese es su planteamiento. Pero no podemos consentir que también sea el nuestro, porque al hacerlo se olvidan del derecho de los ciudadanos europeos a tener hijos si los quieren.

Siempre que puedan...

Es que si admitimos que podemos renunciar a nuestros propios hijos porque ya vendrán inmigrantes a pagarnos las pensiones, estamos viviendo tan sólo para que la máquina económica siga produciendo. Y yo creo en algo más. Yo creo que vivimos para ser felices y la felicidad incluye ver a tus hijos crecer.

En España durante el franquismo, el régimen defendía la natalidad porque daba manos para el trabajo y soldados para la patria...

Pues mire, en Noruega, son la izquierda y los movimientos alternativos más ilustrados y avanzados quienes defienden el derecho a tener más de tres hijos.

¿Por qué?

Porque, para estos ciudadanos, la familia y la tasa demográfica no es un factor más en el cálculo de costes laborales como para la patronal. Los ciudadanos más conscientes saben que tener hijos es parte de su realización como personas y no es algo que pueda ser decidido por el mercado de trabajo.

Y usted, ¿qué ha defendido en su partido y en el Gobierno?

La principal beneficiaria de las ayudas y apoyos debe ser la mujer porque es la más discriminada; por eso creo que cualquier mujer europea que sea despedida o simplemente se sienta postergada en su carrera por su condición de madre o por su posibilidad de ser madre tiene la obligación para con todas las mujeres de denunciar al empleador y llevarlo a los tribunales.

Eso es más fácil decirlo que hacerlo.

En Noruega ha habido cuatro casos y todos acabaron con la victoria de la demandante. El más célebre fue el de una presentadora de informativos que fue destituida al quedarse embarazada. Denunció a la dirección, ganó y siguió presentando los informativos hasta casi el día del parto.

¿Por qué no se puede presentar noticias embarazada?

Pues claro que se puede. Debemos acostumbrarnos a reconciliar el trabajo y sus exigencias, incluso en los puestos con más demanda de dedicación y horario, con la maternidad. ¡Ah! Me olvidaba recordarle que las guarderías están garantizadas desde que el niño cumple un año, justo cuando la madre acaba su permiso de maternidad.

¿Y en su caso?

Yo creo que es muy factible tener un trabajo, incluso una carrera absorbente, y cuidar de los hijos. Yo tuve cuatro hijos en seis años. Es posible, aunque no es fácil.

¿Y aún los tiene viviendo de usted en casa?

¡Ah, no, no! En Noruega los padres se abstienen de toda responsabilidad económica cuando los hijos cumplen 18 años. Oí a un amigo italiano contar un chiste sobre los jóvenes que no hay manera de echar de casa de los padres. Dicen que esos jóvenes que no se van de casa son como Jesucristo: “Viven con los padres hasta los 30 años y si desaparecen a los 33 es porque ha habido un milagro”.

¿Pero adónde van a ir los jóvenes tal como está el metro cuadrado?

En Noruega, cuando tienes 18 años y has terminado de estudiar, el Estado te ofrece un crédito de 40.000 euros y una beca. El crédito lo tienes que devolver.

Chicos con suerte los noruegos...

Pues yo creo que deberíamos darles más facilidades todavía para que puedan tener dos o tres hijos cuando son jóvenes y así podrían devolver el crédito después de los 40.

Pero ustedes los noruegos pueden porque tienen el petróleo del mar del Norte.

Sí, pero lo más importante es repartir bien la riqueza que genera y no sólo entre los noruegos. Y en eso estoy trabajando. Hace un par de meses fui nombrada responsable de establecer las directrices éticas para decidir dónde invertir el fondo del dinero estatal del petróleo...

¿Eso es mucho dinero?

Cien mil millones de euros.

¡Vaya!

Sí, es mucho dinero y para disminuir riesgos inversores, el Estado noruego nos prohíbe tomar posiciones de gestión en ninguna empresa. Por eso nunca llegamos al tres por ciento del capital social de ninguna empresa. Ese inmenso capital lo repartimos en cientos de pequeñas inversiones. El cincuenta por ciento del dinero lo colocamos en Estados Unidos y el resto, en Europa.

Minimizar el riesgo.

Sí, pero eso nos crea problemas éticos. Es muy difícil seguir el rastro de todas las empresas en que invertimos. La prensa descubrió hace poco que teníamos inversiones en corporaciones con conexiones armamentísticas e incluso con fabricantes de minas terrestres. Por eso trabajamos en este comité junto con el Banco Central del país para fiscalizar cada euro de los invertidos. No sólo velamos por la seguridad financiera de la inversión, sino también por su limpieza ética.

Una labor difícil.

Sí y sin precedentes. He escrito un libro precisamente explicando la creciente importancia de los derechos humanos como condicionante político y este fondo inversor es otra muestra...

¿Acaso existe la inversión limpia?

El dinero en sí no es limpio ni sucio, pero le aseguro que es muy difícil encontrar inversiones que sean éticas. Yo he defendido que tomemos posiciones más ambiciosas en las empresas de energías renovables y ¿por qué no? en iniciativas de microcrédito y desarrollo en África. Pero es más complicado evitar países que no respeten derechos humanos o multinacionales con ramificaciones que de algún modo exploten niños, fabriquen armamento o cualquiera de esas actividades odiosas...